jueves, 28 de junio de 2012

Extraño ser

Hace unos días venía en el metro hacia Maipú sentada al lado del "Ojo no te sientes en el suelo" sin ningún temor no había nadie que mirara extraño y si así fuese no importaba ni importa mucho, siempre me siento en ese lugar porque es básicamente en donde más cómoda me siento en todo el vagón.


Recuerdo que aquella tarde decidí venirme sola a casa, me gusta de vez en cuando venirme sola, necesito esos momentos en que no tienes con quien conversar pues tampoco quieres hacerlo, ni te ves en el intento de cruzar palabras eres tú y el silencio, un silencio de mentira que jamás existirá mientras viva en el planeta tierra, pero silencio imaginario necesario para lograr tener una conversación seria y fluida con tu mente.
Amo cada momento que tengo a solas, camino hacia la U siempre voy muy sola pero no logro disfrutarlo es obvio voy apurada dispersa regularmente atrasada leyendo o estudiando corriendo y estudiando a veces, maquillándome ensimismada pensando en el día que se viene.
La vuelta a casa en cambio es calma puedo observar analizar leer y escribir, puedo pensar en que al llegar a casa veré por fin a mis guatones, eso sin duda le da un sentido distinto a mis días. La cagó que sí.


Ese día a mi lado iba un grupo de pre-adolescentes vestidos de colegio aquellos que a eso de las 16 hrs no son ni parecidos a la fila de uniformados que eran a las 8 de la mañana iniciando la jornada escolar, iban al igual que yo sentados en el suelo muy cómodos y desenvueltos, con actitud desinteresada de todo lo que les rodeara, jugaban gritaban saltaban y era como si de verdad nada les importara nada más existía en ese momento nada más que ellos mismos. No hablo de una actitud desafiante pues creo ni siquiera les importaba eso, da lo mismo el contexto quien los observa lo mal que se vean nada importa. Sólo eran ellos y el instante mismo en el que estaban, nada más, nada menos.


Envidio esa libertad real de los niños no existe nada más libre y rebelde que un niño son lo más salvaje que va quedando dentro de lo normalizada que está vuelta la sociedad, siguen con ese muchismo inherente que los hace ser niños, lo inherente a ellos esa rebeldía que se ínscribe junto a la infancia.


Cuando ya creces un poco y te vuelves adolescente o joven la rebeldía deja de pertenecerte para comenzar a formar parte de un movimiento, tú no llevas el movimiento es él quien te lleva a ti.
No eres tú entonces el rebelde es la masa la que te dice que lo eres y que peor aún DEBES serlo, es ese deber el que le quita toda rebeldía a tu esencia, es el instinto eterno y digno del crecer, instinto llamado necesidad de aceptación.


Cuando niño eres un sin forma sólo eres y fluyes cuando grande te transformas en un ser moldeable y en años más en un molde hecho como producción en masa, te aferras a la forma que más te acomoda te acomodan y luego acomodas.


No quiero volver a ser niño porque no tiene sentido el retroceder pero no hay nada que extrañe más en el mundo que la rebeldía de esencia, la intransigencia esencial, extraño ser sin tener a un tercero que me permita ser, extraño ser.



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