lunes, 8 de octubre de 2012

Nadie lo dijo, porque nadie lo sabe.

Tan difícil es aún hoy recordar la primera ruptura real y no sentir escalofríos ganas de llorar sensación de ahogo e irrealidad de manera inminente.

Supongo que es tema de la mente y el alma que nunca superaron ni procesaron de manera completa toda la lista de situaciones desalmadas por las que pasé durante ese año, año en que duró el luto verdadero, parte de esa realidad tan descarnada que a ratos parecía ser parte de una terrible pesadilla como lo creí muchas veces al despertar después del sueño inducido.

Siempre he pensado que más que un término fue una ruptura ya que algo de mí se rompió en el acto, algo de mí que había intentado durante 16 años rehacer se volvió a hacer trizas de manera instantánea e irrevocable. 
Es la confianza en el género que destruyeron cuando ni siquiera la tenía totalmente construida que creí por fin había alcanzado y abrazado, la que se me arrebató sin yo poder asumirlo.

Fue la ilusión y el arcoiris, fue el fin de la hostilidad del mundo, fue la generación de conexiones universales que me hacían creer que existía un tercero para mí, capaz de reconstruir todos los lazos que había perdido en la vida, capaz de suplir toda la falta de atención y de paz, capaz de llevarme a volar a lugares desconocidos de forma permanente, capaz de regenerarme como persona y volverme la persona feliz que nunca logré ser sin ese ser espacial. 

Fue todo eso y más lo arrebatado, fue todo eso y más lo que me terminó por romper, fue todo eso y más lo que me ayudó a buscar por todo el lugar para encontrar hasta la última pieza de mí  y entender que sólo yo soy capaz de volverme a armar, pegarme de manera tal que nadie nunca más pueda volver a siquiera intentar deshacerme, desvanecerme, que no es ese ser espacial el encargado de reconstruir mis bases para trabajar en mis frutos, sino que dentro de mí existe un ser espacial capaz de todo eso y más, no necesito nada más que eso para lograrlo.

A veces siento deseos de escuchar esas canciones que escuchaba junto a esa amiga que apareció en el momento preciso para no desaparecer nunca más, esa amiga que estaba pasando por algo tan parecido a lo mío y de forma tan desgarrada como yo. A veces me enfrento a ese miedo de desvanecerme si lo hago, pero lo hago de todas formas. No puedo negar que existen canciones que aún me generan lágrimas y sensaciones extrañas, jamás dejarán de hacerlo, pero al menos sé que pasado ese minuto y medio de canción, mi vida volverá a estar donde mismo la dejé, donde yo quiero estar.

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