sábado, 20 de marzo de 2010

Me encantaria despertar en unas horas y saber que todo esto no fue más que nuestra peor pesadilla (porque estos últimos días de esas pesadillas abundan en mi noche), soy capaz de todo por tener la fé en que es así y que nada pasó este viernes, que ese llamado jamás ocurrió, que jamás sentí esa voz, esa vocecita que me ilumina el día, de esa forma tan desgarradora, que fue sólo un mal sueño que no duró más de diez minutos.
Pero no, esa tranquilidad jamás se me otorgorará, no nací para eso (ni nacimos, al parecer).

Fuerza sigala, once again.-

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