martes, 27 de abril de 2010

Cachai que hace un tiempo cierta pequeña gran perona me dijo que desde que ella se había propuesto vivir con aquella filosofía de vida que la vida le marchaba mucho mejor, un tanto más tranquila por así decirlo.
Aquella filosofía de vida no sé si es tan así pero si es por lo menos una forma de vivir a las personas y a las relaciones, cierta pequeña persona se decidió a no esperar nada de las personas ni de las cosas, y a decir nada se refiere a nada; ni bueno ni malo, ni extremadamente bondadoso ni excesivamente maldadoso.
Es sorprenderse con cada acto, sentimiento y reacción del otro, del prójimo del que está al frente a un paso y a un lado suyo.
Claramente es una buena forma de vivir las relaciones, no es bueno hacerse falsas expectativas de lo que el otro te puede dar o lo que puede hacer, porque la desilusión es mucha y cada desilusión duele.
El cuento es que yo le dije que le haría caso, y aprendería a vivir de esa forma, pero han pasado su par de meses y aún no aprendo, y las caídas siguen siendo feas y las desilusiones dolorosas.

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